jueves, 6 de septiembre de 2012

Ver, oler, sentir

 Zahara de los Atunes (Cadiz) me gusta por muchas cosas, pero sobre todas ellas, está el poder sentarme en la playa, a eso de las ocho de la tarde con mi cámara al lado, y esperar a que el sol se ponga por el horizonte.  A esa hora aún queda gente disfrutando del mar o paseando por la orilla. Pero cuando el sol empieza a despedirse, todas las miradas giran hacia él, porque el espectáculo no deja indiferente a nadie. Solo se oye entonces el ruido de las olas, y  por alguna extraña razón el olor a mar se acentúa. Y entonces las nubes empiezan a teñirse de naranjas, rosas, violetas..., hasta terminar siendo algodones rojos reflejados en el mar cuando ya el sol se ha escondido. 
Hay fotos que superan a lo fotografiado, pero éste  no es el caso: estar viendo esta escena nunca podrá plasmarse en una foto. Hay que estar ahí.