Durante la feria, todo el centro es un hervidero de gente, y tanto malagueños como visitantes disfrutan de sus calles.
Uno de los rincones que me gustan es el arco que sirve de entrada al pasaje de Chinitas, una estrecha calle con mucha solera que desemboca en una pequeña placita con una antigua fuente.
Y como todo se viste de fiesta, también bares como el emblemático "El Pimpi", se llena de color, y una de sus entradas se ve así estos días.