sábado, 6 de julio de 2013

De nuevo por Zahara

Como casi todos los veranos, mis días en Zahara de los Atunes se están haciendo imprescindibles. Es un pueblito que adoro y que me hace volver nueva a la rutina del resto del año.

Sus alrededores están sembrados de molinos de viento, creando paisajes que harían las delicias de Don Quijote y sus locuras.

Para preservar la flora y fauna de las zonas aledañas a la playa, con dunas de arena y zonas de pinares, unos caminos de madera dirigen hacia ella , dejando a la naturaleza hacer el resto.

Pasear por la arena dorada de su playa interminable, sobre todo cuando la marea está baja, es uno de los mayores placeres. 

La caldera de un vapor que se hundió cerca de la playa en el año 1902, y que iba cargado de cemento, aún puede verse cuando baja la marea, y ha pasado a ser todo un emblema de la zona.

Y lo mejor de todo, sus atardeceres. Cada uno diferente y único.